domingo, 2 de octubre de 2011

Un lugar y un tiempo para todo

La presidente de Costa Rica, Laura Chinchilla, habló el jueves 22 de septiembre pasado, en la sexagésima sexta Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), reunión plenaria centrada en el tema de seguridad; donde la temática enfocaba las discusiones en la siempre delicada situación palestino-israelí, con el aliciente de la formal petición de la aceptación del estado de Palestina, por los países miembros de la organización.
Sin embargo,  el discurso de la presidente apenas y mencionó el tema; y por el contrario, durante los escasos diez minutos que tuvo uso de la palabra, los empleó repitiendo el ya gastado discurso egotista con el cual ataca a la vecina república de Nicaragua, hablando, como siempre, de los viejos conflictos limítrofes, caso, en este momento en discusión en la Corte Internacional de Justicia de Haya.
Doña Laura clamó una vez más la ayuda de terceros, ante la escasa capacidad costarricense de resolver sus propios conflictos, imagen evidenciada por lo constante de dichas peticiones, presentes en cada uno de los  discursos de la señora presidenta ante organismos internacionales. La Costa Rica pacífica y sin ejército que durante tantos años se ha querido exponer internacionalmente, parece ahora débil y discapacitada; y cada nueva intervención de terceros ajenos al tema, así como  lo persistente de la solicitación costarricense para su involucramiento, fortalecen dicha imagen de  insuficiencia.
El dialogo ha sido desde siempre, la mejor forma  de resolver hostilidades, siendo el método característico por excelencia, de las gentes civilizadas, empero existen varios modos, no belicosos, para ejercer cierta presión, como lo evidencian los múltiples acuerdos internacionales, en los que ambas partes sopesan los beneficios  de mantener las relaciones pacíficas, cediendo cada uno, para  acabar las discusiones con ambas partes satisfechas.
No obstante, el antagonismo histórico entre sendas naciones, parece haber estancado las conversaciones y la resolución de los enfrentamientos entre las partes es generalmente impuesta por cortes internacionales que apenas y calman durante un lapso corto, las ya continuas disputas, aparentemente inacabables entre estas naciones vecinas, para las cuales las perspectivas son siempre cortoplacistas y no plantean las relaciones futuras entre las partes, como un asunto que deba asumirse en el presente.
Por lo demás, el discurso de la presidenta continuó abordando de forma escueta la temática de los derechos humanos en Costa Rica y con su habitual ambigüedad,  repasó puntos como la educación, distribución de riqueza, narcotráfico y el tema ambiental; todo esto, invocando también la ayuda internacional, mientras mencionaba los avances costarricenses en esos aspectos gracias a la asistencia  extranjera.
La imagen de Costa Rica se debilita ante el resto de los países y su posición como nación imparcial, neutral, objetiva y siempre en busca de la justicia, ha decaído. En momentos en que se debería anteponer los problemas ajenos, como la situación en Gaza y Jerusalén; y confiar, de una vez por todas, en la pericia de los tribunales internacionales, en cuyas manos se dejó la sentencia del problema con Nicaragua.
Si se acudió a instancias de la corte de Haya, que sea pues ésta quien resuelva según su criterio, las acciones a tomar en el caso de los límites entre Costa Rica y Nicaragua; ya que, su sentencia es, como se sabe, vinculante. 

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